Reflexión sobre el semáforo, que junto al casco, se ha convertido en uno de los elementos más controvertidos en el uso de la bicicleta.

Sólo es una reflexión

En los últimos tiempos se ha abierto un importante debate en la sociedad sobre cuál es el modelo de movilidad más óptimo. Desgraciadamente en España este debate se está articulando en negativo, dejando de lado los beneficios que como país podemos alcanzar y enfatizando en atacar a colectivos de una manera despiadada para desprestigiar modelos más eficientes ya implantados en otros países europeos.

Los colectivos más atacados en este sentido son los peatones y, sobre todo, el mundo de la bicicleta. Este ataque es en algunas ocasiones de forma directa, en otras creando polémicas innecesarias y en otros casos provocando un enfrentamiento entre estos colectivos.

Todo esto me gustaría pensar que es fruto de la más profunda ignorancia y falta de sensibilidad de dirigentes y técnicos “competentes” en la materia. Pero mi sensación es que buena parte de esta situación está provocada por intereses directos de lobyes y grupos de influencia. En muchas cosas nos dicen que miremos a Europa, pero cuando hablamos de movilidad la cosa cambia.

A continuación expondré mi reflexión sobre uno de estos puntos que está causando polémica y confrontación entre colectivos en contra de la bicicleta: el semáforo.

Un poco de historia

El semáforo, en la actualidad, es una señal que sirve para regular el tráfico en las vías, aunque la palabra como tal en tiempos pretéritos se aplicaba a otro tipo de artilugios. Etimológicamente semáforo viene del griego sema (señal) y foro (portador), por tanto era un portador de señales. Inicialmente se aplicó este vocablo hace unos siglos a diferentes torres de señales ópticas que servían para comunicar información a través del territorio.

La tecnología como el telégrafo hizo pasar a la historia a estos elementos y a la palabra que los definía. Aunque todo cambió con la aparición del automóvil a principios del s. XX. La proliferación de vehículos a motor en Estados Unidos como consecuencia de la producción en serie hizo necesario que se tomaran medidas para regular su uso, los cuales ya no eran sólo el capricho de ricos. 1910 marcó el nacimiento como tal de lo que entendemos como semáforo.

La necesidad de poner coto al gen que hace que nos transformemos en bestias maleducadas al volante fue ya una realidad en aquel Estados Unidos de principio de siglo. Semáforo y vehículos motorizados, vehículos motorizados y semáforo, son dos caras de la mima moneda. Hasta ese momento la convivencia entre los diferentes usuarios de las vías no parecía ser tan conflictiva hasta que llegó el vehículo a motor, pasando el peatón a ser tratado casi como un ciudadano de segunda e incluso como “un obstáculo muy grave”.

Semáforo y bicicleta

Actualmente los semáforos son parte del paisaje urbano. Los usuarios de las vías estamos sometidos a su imperio, marcándonos cuando podemos y cuando no podemos cruzar o pasar. Implacable.

En relación a los usuarios de la bicicleta aclarar que estamos sometidos, como cualquier otro usuario al respectar las indicaciones de los semáforos. En eso creo que no hay duda. La ley es la ley y es para todos.

Entonces ¿dónde está la polémica? Ciertamente hay usuarios de la bicicleta que hacen caso omiso de los semáforos. No creo que porcentualmente sean muchos más que los peatones, pero ciertamente se le da más bombo y platillo del que sería necesario. Posiblemente hay más permisibilidad con un peatón que con un ciclista. Pero el problema creo que está en el estatus que debería tener y no tiene la bicicleta en el ordenamiento legal.

Desde diferentes plataformas, como ConBici o Amics de la bici entre otras, se está abogando por que se aplique un Plan Estratégico de la bicicleta en España para corregir esta situación. La bicicleta es un elemento que en la actualidad está a caballo entre un peatón y un vehículo, pero teniendo las obligaciones de éstos pero con una merma de derechos.

El semáforo es para muchos usuarios de la bicicleta un estorbo que ralentiza la marcha y nos hace llegar tarde. ¿Es una mentalidad de peatón por tener la velocidad limitada por una cuestión física y un semáforo, elemento ideado para los vehículos, se convierte así en una incomodidad? (Este pensamiento lo he tenido como peatón y como ciclista).

Analizar esta polémica sólo entre semáforos/peatones/ bicicleta/vehículos es un error monumental. Invirtiendo en educación, en planes de movilidad sostenibles, en crear ciudades para las personas y utilizando el sentido común, todas estas polémicas desaparecerían.

Desgraciadamente en España estamos a años luz de Europa. Falta mucha autocrítica como colectivo, falta mucho trabajo de concienciación general, falta trabajar para las personas para que recuperen el espacio que les han quitado los vehículos y todo ello siguiendo la experiencia de otros países con mayor tradición en estos temas.

¿Es enemigo o amigo de la bicicleta el semáforo? Ni lo uno ni lo otro. El enemigo real es un sistema insostenible de movilidad que se sustenta por intereses que nada tienen que ver con las necesidades de la sociedad. La bicicleta ha llegado para quedarse, lo quieran o no, y cuando lo haga definitivamente el semáforo quedará relegado para los vehículos a motor. ·Eso será sinónimo de haber encontrado la fórmula donde todos encajaremos sin conflictos. Trabajemos en casa para revertir esta situación injusta, pero mirando siempre de reojo a Francia, Alemania u Holanda, referentes en estas lides y auténticos expertos.

¿Utopía? Tiempo al tiempo. Abramos el debate dentro de nuestro colectivo y a nivel de sociedad. Nos jugamos mucho. Rompamos con el estereotipo del mundo de la bicicleta que hay en este país tal y como indica esta viñeta.