ciclismoLos caprichos del paso del tiempo nos transportan al ciclismo de otra época sin quererlo. Recuerdos efímeros de momentos mágicos que se antojan irreales.

En la senda de Jordi Escrihuela

Estaba yo liado preparando esta entrada para mi blog que giraba en torno a lo caprichosa que es nuestra capacidad de recordar momentos pasados que hemos vivido, cuando chafardeando en facebook me he encontrado con este escrito publicado por mi amigo Jordi Excrihuela que parecía indicar que hoy estábamos en la misma onda:

“Vivimos de recuerdos y nuestros esfuerzos van encaminados a que nuestras vivencias sean lo más gratas posible para después recordar aquellas vacaciones tan estupendas o aquel día tan feliz. Momentos que pasan, más rápido o más despacio, buenos o malos, y de los cuales sólo nos quedan en la memoria como fogonazos y no acertamos en ponernos en nuestra misma piel de aquel día, para intentar repetir aquella experiencia. No es lo mismo.
Estas sensaciones son extrapolables a nuestro deporte preferido: cuántas veces recordamos durante el año lo que disfrutamos sufriendo en aquel puerto tan duro o en aquella marcha cicloturista tan épica y sin embargo, nos da la sensación de que aquello pasó muy rápido, que sólo fue un instante, y nada más nos queda el consuelo de la foto o recuerdo de aquel evento y el poder decir: “yo lo hice, y el año que viene repito”.”

Por Jordi Escrihuela.

¡Y qué razón tienes Jordi en todo lo dicho!

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La química del recuerdo

Una vez leí que todo lo que nos rodea es química pura. Y los recuerdos nos es otra cosa que eso: química. Cualquiera de nuestros recuerdos, para que permanezcan vivos en nuestra mente, necesitamos de reeditarlos. Cada vez que los recordamos les hacemos una reversión, cambiando sin quererlo algún matiz y olvidando aquello que consideramos superfluo.

Y cuando mayor es la separación en el tiempo entre la vivencia y el momento actual mayor es la distorsión de ese recuerdo con lo realmente sucedido. Si estas reversiones las hacemos en la intimidad, es normal que cuando nos juntamos con aquellos que compartieron con nosotros esos momentos nuestras versiones sean en algunos casos hasta contrapuestas.

Y el ciclismo y sus recuerdos no podían ser de otra manera. Aquellas sensaciones y vivencias pueden llegar a parecernos irreales. Como si de un sueño se tratara. Podemos tener diplomas o los más modernos tracks que nos den una información objetiva. Podemos tener aquellas fotografías que de forma material aun luchan por mantener inmortalizados aquellos momentos únicos.

Pero inevitablemente, el rodillo del paso del tiempo, hace que reversionemos una y otra vez aquellos momentos únicos, aquellas sensaciones, aquellas vivencias. Gracias a esta capacidad que tenemos, aquel puerto que nos hizo sufrir pierde esa dureza, aquel paisaje se idealiza, aquel esfuerzo titánico se relativiza y dejan paso a recuerdos que nos ponen la piel de gallina, que nos llevan a revivir un ciclismo de otra época, aunque sea reversionado.

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Recuerdos efímeros de un ciclismo pasado

Y la verdad es que además de todo lo dicho, hay otra cosa que hacemos de manera magistral: los simplificamos al máximo. Aquel viaje de 10 días con alforjas, aquella ruta de un día completo, aquella marcha de una mañana que acabamos con un tiempazo, aquella batallita en un puerto o aquel esprint para marcar terreno no dejan de ser recuerdos efímeros de un ciclismo pasado. Como dice Jordi son recuerdos que “nos quedan en la memoria como fogonazos”.

¿Es mala esta simplificación? Sinceramente creo que no. Es todo lo contrario. Es sumamente beneficiosa. Gracias a ella conseguimos olvidarnos de todo lo malo (una de las partes de la reversión del recuerdo) o que, como mucho, nos queden pinceladas. Y también conseguimos ensalzar e idealizar aquellos momentos especiales para nosotros (la otra parte de la reversión).

Esta capacidad que tenemos de reversionar nuestros recuerdos de nuestro ciclismo hace que los disfrutemos aun más, si es que es posible. Y también puede que sea la causa que año tras año nos obliguemos a volver sobre nuestros pasos, reeditando viejos laureles y gestando de nuevo el mito y la gloria con nuevos recuerdos. Porque esos fogonazos son como un canto de sirena que nos hacen volver.

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Pero no dejemos que la nostalgia de un ciclismo de otra época nos consuma. Lo mejor está por venir. Porque lo que tenemos por delante es una fuente inagotable de nuevas experiencias y de recuerdos dispuestos a ser reversionados al límite. Recuerdos que sólo nosotros estamos en condiciones de mejorarlos. Ya llegará el momento de disfrutar sólo de ellos, porque será lo único que tendremos.

Espero que esta mirada atrás os sirva para mirar adelante y a espolearos a llenar vuestras alforjas con muchos recuerdos nuevos, para que la distorsión del tiempo no sea despreciable.

Dale al m-gusta y déjame tus comentarios. Y mientras tanto: ¡Salud y pedales para todos!

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