Adoradas, respetadas, odiadas y olvidadas en la gloria y defenestradas en el fracaso. Pero siempre presentes en todas tus rutas en bicicleta.
En tus rutas en bicicleta nunca te fallan
Estamos en marzo, a unas semanas vista del comienzo de la primavera. Es sinónimo del pistoletazo de salida de las grandes citas de la temporada. Primavera, sinónimo de buen tiempo, sol y calor para disfrutar de nuestra gran pasión por el cicloturismo.
Pronto quedarán atrás días, semanas y meses de entrenamientos en la oscuridad, de rutas en bicicleta anodinas, sin historia pero necesarias para llegar en óptimas condiciones a lo objetivos.
Y ellas siempre nos acompañan. Son conscientes desde el primer momento de la importancia de esas primeras pedaladas. Saben que estas primeras rutas en bicicleta no nos llenan, no transmiten esa épica que tanto nos gusta. Pero pese a todo, ahí están. Compañía fiel que no nos abandona.
Pese al frio o la lluvia contamos con ellas. Testigos mudos de nuestras penurias invernales. Siempre fieles. Sin quejas. Siempre dispuestas a empujarnos a seguir adelante, aunque nuestro ánimo esté por los suelos.
Las grandes citas
Así que cuando llega la primavera, para muchos el ánimo se nos eleva al Olimpo, buscando nuestra gloria personal en aquellas citas que hemos marcado en el calendario con letras de fuego. Son esas rutas en bicicleta con sabor a mito, donde la épica nos espera, esa épica personal que sólo sabemos disfrutarla nosotros.
Y es allí donde a ellas les gusta estar. Han pasado la larga travesía del invierno con nosotros y es ahora donde ellas también quieren sacar lo mejor que tienen. El calor de la primavera les hace renacer de sus cenizas cual Ave Fénix. Quedan atrás aquellas tediosas rutas en bicicleta, en las que los mesociclos para algunos eran auténticas losas a pasar.
Paisajes soñados, rutas en bicicleta imposibles, metas sólo al alcance de los elegidos… y ellas siempre contigo para ayudarte a alcanzar tus logros. Victorias personales que enmarcarás en tu álbum privado, para tus recuerdos. Y ellas… estarán siempre contigo.
La gloria y el fracaso
Y llega el gran día. Esa noche posiblemente no hayamos dormido bien. Ellas también lo habrán percibido. La tensión se palpa ya con las primeras luces del alba. Toca el ritual de preparación, para estar en el punto de salida con los compañeros.
Ellas estarán allí, en silencio, como si no fuera con ellas el tema. Testigos mudos de miedos y anhelos. Pero atentas y preparadas para no dejarnos en la estacada. En el momento de la salida saben mucho antes que nosotros como van a irnos las cosas. Pero sin miedo nos hablan sin palabras, nos indican el camino sin señalar, nos impulsan sin empujarnos.
Hoy es el día elegido. Ellas lo saben y, al igual que tu, son conscientes de la importancia que tiene para nosotros estar finos en ese puerto. Es la meta soñada por todo ciclista. Hablamos y planificamos la estrategia. Ellas tienen mucho que decirnos, aunque a veces nuestro corazón pueda más y nos ciegue y nos nuble la razón hasta el punto de no hacerlas ni caso.
Suerte tenemos que nos son rencorosas y no nos abandonan. En el momento clave, en la dura realidad del momento, nos fundiremos en una simbiosis única e indestructible.
La meta estará allí para alcanzarla. Si el objetivo propuesto es alcanzado seremos nosotros los auténticos triunfadores. El mérito estará en nosotros. Pero ellas, timidez a flor de piel, no reclamarán su protagonismo ni su reconocimiento, aunque nosotros sabemos que sin su contribución no lo habríamos conseguido. Pero si el fin es un fracaso, no se esconderán aunque nosotros le reprochemos el no haber estado a la altura y aunque seamos conscientes de lo injusto de nuestras palabras sabiendo que los únicos responsables somos nosotros, de ellas no saldrá ningún reproche.
Démosles su merecido premio
Pese a todo, en nuestras rutas en bicicleta, tanto si el éxito ha sido alcanzado como si el fracaso nos ha perseguido de forma pertinaz, volverán a estar con nosotros para volver a intentarlo de nuevo. Con ilusión y valentía.
Así que es justo que le reconozcamos en primera persona su protagonismo. Démosles un merecido reconocimiento, démosles ese premio que nos buscan pero que se han ganado a pulso. Y no habló de nada material ni estético, ¡NO!
Porque ellas, nuestras piernas, no quieren altares donde regocijarse, sólo quieren que las cuidemos y les sigamos brindando la oportunidad de disfrutar con nosotros de nuestra pasión por el ciclismo.
Dale al me gusta y déjame los comentarios que tus piernas te trasmitan. Mímalas, aunque no te lo pidan.