¿Crees que los brevets son marchas cicloturistas? ¿Crees que sabes todo del mundo de la bicicleta? Hacer brevets te dará otra visión sobre el cicloturismo.

En puertas de mi primer gran reto o cita cicloturista del año, el brevet 200 km organizado por el Sprint Bike de Sant Feliu de Llobregat, quiero reeditar esta entrada que ya publiqué en el 2015 con mis sensaciones en aquel mi primer brevet de Tárrega. Espero disfrutar de nuevo de igual manera en esta especialidad de fondo en carretera con tantas cosas por aprender.

 ¿Por qué hacer brevets?

Buena pregunta. Porque meterse uno en un berenjenal como este de los brevets no se hace al tun-tun. Sino que se hace a conciencia. En marzo meterse entre pecho y espalda 200 km es para tenerlo claro. O mejor dicho, ¡muy claro!

Las grandes kilometradas no me asustan. Ir a marchas cicloturistas donde los kilómetros rebasan la cifra de 150 km y se aproximan a los 200 son todo un reto personal. Pero los brevets percibía que era algo diferente. Otra filosofía a la que, por muy fondista que te creas, puede que no te acostumbres. Y aun así, después de darle muchas vueltas al tema, leer blogs como el de randonneurs de Cataluña por ejemplo, al final me he decidido a probar con el más básico de 200 km.

Experiencia única

La verdad sea dicha. Hacer mi primer brevets de 200 km ha sido toda una experiencia. Como decía en su canción Enrique Iglesias, ha siso “una experiencia religiosa”. Porque me ha dado una visión diferente de cómo entender la bicicleta y todo lo que le rodea.

Si buscas algo multitudinario como pueden ser algunas marchas cicloturistas no lo encontrarás aquí, si buscas una obsesión por una marca no lo encontrarás, si buscas la presión por llegar no lo encontrarás, si buscas gente obsesionada con máquinas ligeras no lo encontrarás, si buscas un recorrido marcado y con avituallamientos no lo encontrarás.

Posiblemente, si estás muy atento, con tus cinco sentidos a flor de piel, si estás pendiente de auténticas sutilezas, de pequeños detalles que luego son grandísimos detalles, percibirás una nueva filosofía, otra manera de entender el cicloturismo, otra manera de vivir la bicicleta. Puede que estés ante la esencia del cicloturismo. Todo un mundo por descubrir.

Todo es diferente. El perfil de los participantes es único. Lo normal es encontrar gente veterana, grandes fondistas, ultrafondistas diría yo. Depredadores de la carretera, devoradores incansables de kilómetros, lobos solitarios, a los que parece que el Hombre del Mazo les teme. Gente con una capacidad increíble de asimilar kilómetros tras kilómetros, impertérritos, siempre al mismo ritmo, incansables. Todos con un semblante relajado, pero todos conscientes de lo que están haciendo.

Y sus bicicletas requieren de una mención a parte. Podrás encontrar desde auténticas joyas clásicas hasta lo último en carbono. Pero todas perfectamente adaptadas a esta modalidad, a esta filosofía. Bolsa colgada en el manillar, portaequipajes trasero, guardabarros delantero y trasero y luces, son los detalles que las distinguen. Por ser brevets de 200 no van a full equip, pero ya me han dicho que si quiero subir un escalón más, al de 300, algo tendré que añadir.

¿Sensaciones? Muchísimas. Eres tú, tu bicicleta, la carretera y toda una ruta por descubrir. Recorrer comarcas desconocidas. Tener que estudiarte la ruta para saber por donde ir. Sellar el carnet como si de un Camino de Santiago se tratara. Planificar alimentación y paradas. Todo es diferente. Nada que ver con cualquiera de las marchas cicloturistas que conozco. Difícil de describir, pero que os invito a probarlo, a vivirlo.

Brevets de 200, en el límite de las marchas cicloturistas

Para esta puesta de largo he optado por uno de los brevets que organiza el Sprint Ciclo Club Pobla de Tárrega. Las razones son muy simples: por fechas es el que mejor me cuadraba, uno de 200 para probar “algo sencillo”, 200 kilómetros está en el límite con las marchas cicloturistas y porque lo organizaba Alex Roca, todo un referente randoneaur, a quien tuve el placer de conocer en la pasada edición de la Marcha Cicloturista Solidaria Velo Club – Fundación Alba Pérez que yo organizo.

Así que con madrugón incluido (a las 5 en pie), ya estaba dispuesto para la salida. Recogida de documentación: sin dorsal, hoja de ruta y carnet para sellar como en el Camino de Santiago. Como novato en estas lides no me queda otra que hacer la pregunta del millón: «y esto… ¿cómo funciona?».

Pues tan simple como carreta y manta y sellar en cualquier establecimiento de las poblaciones indicadas, ya sea un bar, gasolinera, restaurante o comercio, da igual, siempre y cuando ponga la población en el sello.

Así que con un frío de narices, 3º marcaba el coche, salimos un total de 45 ciclistas dispuestos a pasarlo en grande. Ritmo tranquilo inicial, pero al poco se hacen los grupos. El olfato rápidamente me indica a quien no seguir y me quedo con dos megacracks: Pep y Pepe, Pepe y Pep, tanto monta… monta tanto… ambos de Calaf y breveteros desde hacía 4 años. Todo un lujo compartir ruta con ellos. Me explican como funciona el tema y como conocedores de la zona, me dejo llevar por ellos. Buen ritmo, sobre todo de Pep, que sin darnos cuenta nos plantamos en Manresa, pasando la barrera del ecuador de la cita. Ambos son dos apasionados de los brevets. Hablamos largo y tendido de pruebas y equipación, de filosofía ciclista y sensaciones, increíble lo que uno puede llegar a estar perdiéndose en el mundo de la bicicleta, y todo ello mientras íbamos devorando los primeros 100 km  a una media de 28, ¡casi nada!

Desgraciadamente, a la salida de Manresa, me separo de ellos, y es que la subida hasta Calaf marca el devenir del momento y cada uno tiene que seguir sus sensaciones. Me junto con dos chicos también novatos como yo en esto de las brevets, aunque su compañía me dura poco. Me noto bien, con ritmo, pese a llevar casi 120 km.

Y en Calaf me uno a un auténtico “monstruo” en este tipo de pruebas: Agustí Martínez, vecinos sin saberlo y admirado por mi desde el volante del coche cuando le he visto infinidad de veces salir a entrenar. Con él hago prácticamente los últimos 80 km, separándonos y juntándonos. Hablamos de ritmos y sensaciones, y me deja tres consejos que guardo como oro en paño después de explicarle, ya en la llegada, cómo he acometido la jornada: he ido demasiado rápido, hay que parar menos y necesito más equipación para la bicicleta si quiero acometer un 300.

Toda una experiencia la que he vivido este pasado sábado en el límite entre las grandes marchas ciclotursitas y los brevets. Toda una experiencia que creo sinceramente que vale la pena vivir y disfrutar.

Por cierto, con esta prueba… 201 kilómetros más para el Reto 2015 Kilómetros solidarios. ¿Me ayudas a conseguirlo?

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